Falta de beneficios en tu negocio, mala gestión del tiempo, desorganización de equipos, inestabilidad emocional, ansiedad, miedo, caos… si algunos de estos dolores te son propios a la hora de liderar un negocio, ¡bienvenid@! Estás en el sitio adecuado porque puedo ayudarte.
Desde 1996, estoy mentoreando a directivos y gestores de negocios y en todos estos años he aprendido que si te encuentras superad@ porque ves que tu negocio necesita orden para optimizar recursos y aumentar beneficios siento decirte que todo indica a que debes mejorar tus habilidades de liderazgo, porque si algo falla en un negocio lo primero que debe cambiar es la persona que lo dirige.
Lo fácil es tirar balones fuera y responsabilizar (por no utilizar la palabra “culpar”) a los demás de lo mal que van las cosas.
Es un pensamiento extendido:
Yo dirijo y lidero bien.
El equipo trabaja mal:
no se comunica, no cumplen los plazos, pierden el tiempo, no tienen orgullo de pertenencia, no saben trabajar en equipo… generan conflictos, no son "solucionadores", necesitan siempre que les digan lo que tienen que hacer… y un largo etcétera de argumentos que empujan a quien les dirige a querer cambiarles: con una formación de liderazgo a esos mandos intermedios, o un curso de trabajo en equipo y comunicación al propio equipo.
Hay que prestar atención a los problemas diarios del/a líder y a cómo solucionarlos.
Por este motivo, en estos casos, trabajo con la técnica del mentoring: el primer paso es que quieras mejorar tú, el o la líder, para después resolver lo que está fuera de ti, entrenándote en la habilidad del liderazgo, para llevar a tu negocio a la visión de tu imaginario: ser referente en tu sector, generar beneficios…etc.
Siempre surge la típica pregunta de si el líder nace o se hace. Mi respuesta es: el liderazgo es una habilidad con la que nacemos, igual que venimos al mundo con todas las habilidades personales y sociales necesarias para ser y hacer lo que decidamos ser y hacer.
Otra cosa es que el entorno, las situaciones y las experiencias nos lleven a desarrollar esas habilidades. Si las maduramos y las utilizamos, utilizaremos todo nuestro potencial para conseguir los objetivos que nos propongamos.
Cuando dirigimos un negocio (tanto si es nuestro como si lo estamos gestionando) en esencia, buscamos tranquilidad a todos los niveles: el objetivo es tener las riendas y que todo funcione bien.
Se trata de arreglar situaciones y no de cambiar personas.
Para mí eso es lo que hace un verdadero líder. Y para ello, el que ha de transformarse es quien lidera.
Más allá del carisma, más allá de tener mano derecha, más allá de influir en positivo, hay que bajar a la profundidad y entender, de una vez por todas, que se trata de hacer crecer a las personas y que sepan que aportan valor. Así es como esas personas van a asumir que su trabajo no solamente es operativo. Sino que ellas, también forman parte de esa visión en ocasiones tan trillada: no es fácil encaminar los pasos hacia el futuro. Lo cómodo es volver siempre al pasado dándole vueltas y vueltas al presente.
Si estudias con atención tus pensamientos, verás que siempre caes en la trampa de lo que pasó ayer, en lugar de fomentar la cultura del presente y del futuro.
Cómo se hace esto:
Presente: Futuro:
qué está pasando ahora qué queremos que pase
Así de sencillo y, sin embargo, difícil y complicado a la vez.
Sencillo porque te estoy animando a resumir lo que tienes y lo que quieres.
Difícil porque te estoy poniendo delante del dolor que supone reconocer lo que no funciona.
Complicado por lo trabajoso que puede parecerte poner soluciones a un entramado complejo de cuestiones que no son tangibles.
Para hacértelo sencillo, te facilito una lista de problemas externos e internos que puedes tener ahora delante y sobre los que te invito a reflexionar.
Problemas externos del presente:
- Los resultados de negocio no son los que esperabas.
- Gestionar el tiempo cada vez se hace más difícil.
- La gestión del equipo se vuelve complicada.
- Los roles y las funciones se tergiversan.
- El buen clima laboral brilla por su ausencia.
- El caos es latente y no hay quien lo ordene.
- Los conflictos son destructivos.
- La "rumorología" se extiende contagiando pesimismo.
- Los planes de acción no siguen estrategias efectivas.
- La productividad escasea.
- Los procesos son largos y las operaciones costosas.
- El negocio no escala.
- Los objetivos no se cumplen.
- El negocio va tirando en la cuerda floja, sin beneficios ni crecimiento.
- El equipo no disfruta con su trabajo.
- Los proveedores no están a la altura.
- La comunicación interna apenas existe.
Problemas internos del presente:
- Tienes la sensación de que pierdes el control.
- Te falta autoconfianza.
- Te sientes perdido/a.
- No te cunde el día.
- Tienes sensación de soledad.
- Te has olvidado de pensar a lo grande.
- Vives en la intranquilidad y la incertidumbre.
- Te sientes esclavo/a de tu negocio.
- Tardas en conseguir resultados.
- Te abruma hacer de psicólogo/a.
- No sabes parar discursos que se repiten.
- Piensas que no mereces las malas caras.
- Sientes ingratitud y desilusión.
- Te cargas de trabajo que tendrían que hacer los demás.
- Te decepcionan la reacción negativa y las resistencias de otros.
- Te sientes estancado/a.
- Estás a punto de caer en el burnout (o ya lo tienes).
- Te frustra poner mil recursos en manos del equipo que no se aprovechan.
- Respiras desorden y desorganización.
- Te enerva la pasividad del equipo.
- Sobrevives al negocio.
- Vives desde el estrés negativo el día a día.
- Te da rabia ir solucionando mil temas, sobre la marcha de forma improvisada.
- Sufres.
- Pierdes calidad de vida.
Esto es solo un pequeño ejemplo de aspectos sobre los que me gustaría que pusieras atención: los conozco de primera mano porque es sobre los que presto ayuda tanto en los programas de mentoring que llevo a cabo con dueños/as de negocios, como en los trainings del después, a sus equipos de trabajo.
El negocio
Tú
Los demás
Primero eres tú: aprendes los entresijos del liderazgo, la ruta a la que prestar atención y las técnicas en habilidades directivas más útiles en cada situación.
A la vez practicas, en tu día a día, en tu realidad, los conocimientos y aplicas las tácticas.
Después, la práctica de tu liderazgo trasciende al equipo en todas sus dimensiones porque influyes en positivo en él.
El siguiente paso, desde el entusiasmo que han provocado tus cambios en el propio equipo, lo entrenas en la solución de los problemas externos.
Veo cada día, que a esos/as líderes con carisma, a los que todo el mundo quiere, se paralizan cuando tienen que tomar decisiones: esas decisiones, pueden tener que ver desde a ponerse delante del equipo para comunicar algún cambio que consideran que hay que hacer en la operativa diaria, o que van con pies de plomo en cada cosa que dicen, para no ponérselo en contra.
Tienen miedo a que el equipo les deje de querer.
Tienen miedo a que se vaya al garete todo el esfuerzo que le han metido para, mal que bien, y aunque haya sido a trompicones, llegar hasta donde han llegado dejándose la piel.
Esto es como caminar por un alambre, a gran altura. En la distancia desde ese alambre hasta el suelo, está lo que han conseguido a base de ser servidores de los demás.
Ese miedo, es como la capa que todo lo tapa. Se extiende de forma sibilina y se convierte en un mar de dudas. Dudas de lo que haces en esos momentos en los que temes perder.
Las dudas vienen del miedo. Y el miedo no se quita gracias a tu valentía (que la tienes). El miedo se maneja concretando y analizando situaciones.
Mi sistema consiste en potenciar tus habilidades para que seas capaz de: analizar esas situaciones para poder preverlas y cambiarlas.
Cuando lo haces, aparece de nuevo la seguridad en ti:
Lideras y diriges con autoconfianza. Sabes confiar y delegas en la persona adecuada. Y dejas de apagar fuegos y de sufrir.
Te autogestionas y vuelves a poner el negocio al servicio de tu calidad de vida.
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